
El Señor nos invita a un tiempo de gracia para santificar nuestra familia y reconstruir la choza caída bajo la unción del Espíritu Santo.
Nos reunimos para adorar a nuestro Padre Dios como familias que buscan el auxilio del Señor, deseosas de reorientar su llamado a la santidad y redescubrir su destino como hijos de un mismo Padre.
Aquel que nos amó hasta el extremo, entregándonos a su Hijo amado, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
